lunes, 17 de agosto de 2015

El dogma de la Asunción de María


Hay un canto que algunas veces suelen cantar en los Rosarios que dice: “Niña que nació limpia de pecado, Niña que no murió, si no fue llevada hacia Dios” y que parecen reflejar el espíritu de la Solemnidad que el día de ayer (15 de agosto) celebramos en toda la Iglesia, el dogma de la Asunción de María. De hecho, la diócesis a la cual pertenezco, está encomendada a Ella. En esta entrada abordaré dos temas: qué es un dogma (de manera muy rápida) y la Asunción de María a los cielos.

¿Qué es un dogma?
Desgraciadamente, hay una gran confusión con respecto a este tema, pues muchas veces se cree que un dogma es algo arbitrario, una especie de opinión o juicio emitido sin fundamento o razón. Los detractores de la Iglesia, incluso, suelen compararlo con una afirmación irracional que, en un arranque de autoritarismo, alguien quiere hacernos creer. Algunos van más allá y formulan toda clase de teorías de la conspiración en torno a los dogmas.
Lo primero que debemos saber es que se trata de una verdad. El dogma, en la Iglesia, no es una opinión más o menos informada, ni es un "Por que yo lo digo", ni mucho menos tiene que ver con ocultar la verdad. Pero no es cualquier verdad, sino que es una que se considera como revelada por Dios, de ahí su fuerza e importancia.
Pío XII proclamando el Dogma de la Asunción de María
Los dogmas se formulan en temas de fe o de costumbres (moral), y siempre, siempre, están en consonancia con la Sagrada Escritura, las enseñanzas de los Apóstoles y la Tradición y, por su importancia, son verdades necesarias para alcanzar la salvación. Cuando Jesús constituye a Pedro como Cabeza de los Apóstoles, le otorga la misión de "confirmar a sus hermanos" (Lc 22,32) y le promete que "sobre esta piedra edificaré mi Iglesia y las puertas del infierno no prevalecerán sobre ella. Yo te daré las llaves del Reino de los Cielos, todo lo que ates en la tierra quedará atado en el Cielo..." (Mt 16,18-19). Cuando se define un dogma, es decir, cuando una verdad es reconocida como revelada directamente por Dios (aunque no esté textualmente escrita en la Biblia), se presenta a los fieles para que crean en ella y encuentren la salvación gracias a ella.
Muchos dogmas, como el de la Inmaculada Concepción, la Virginidad de María o la misma Asunción a los cielos, encuentran su fuente en la fe del pueblo de Dios (algo que los teólogos llaman sensus fidelium, el "sentir" de los fieles), de forma que lejos de ser "elucubraciones" de un grupo de teólogos, o el ejercicio de un autoritarismo, responden a la revelación que Dios hace a su pueblo.
¿Hay razones para creer en los dogmas? Sí. Aunque el dogma es un objeto de fe, es decir, es algo que se debe creer pues quien garantiza que es verdadero es Dios mismo. En ese sentido, las "pruebas" del dogma no existen. Cuando hablamos de "verdades científicas" en realidad nos referimos a un conjunto de afirmaciones que, a través de la experiencia, se demuestran como válidas, pero si la experiencia no las confirma (como sucede a menudo con las teorías científicas, en especial en la física y la química), dejan de ser verdaderas y entonces esa afirmación se vuelve errónea o al menos, incompleta. En el dogma sí hay "motivos" o razones para creer en la verdad de dicha afirmación, pero en último término es Dios quien le da la veracidad. Con esto quiero decir que un dogma no es sobre algo "irracional" o es un "porque yo lo digo". Ordinariamente lleva decenas o cientos de años de estudio para poderlo formular.
¿Qué pasa si no creo en un dogma? Pues en último término estás dudando de quien garantiza que sea verdad, es decir, de Dios mismo. De ahí la gravedad del pecado llamado "herejía", pues deliberadamente se está negando una verdad de fe. Yo tenía un profesor que contaba que una feligrés de su comunidad se confesaba de ser "hereja" y que él pensaba más bien que era otra cosa (también terminada en eja), pues, decía, para ser hereje, se requiere pensar y tener conocimiento. Mi profesor tenía razón, pues muchas veces las críticas a los dogmas provienen de un desconocimiento profundo de la propia fe. Francamente es absurdo que alguien que a duras penas hizo el catecismo para la Primera Comunión y unas pláticas prematrimoniales (si bien nos fue de 4 horas), pueda hablar con razones y fundamentos en un tema como este.
En otra entrada seguiré profundizando sobre los dogmas, pero por el momento baste con lo ya dicho.

La Asunción de María
No debemos confundir Ascensión con Asunción.  La única Ascensión es la de Cristo, Quien por sus propias fuerzas (pues es Dios) regresó al Cielo. Debemos entender esto más allá de subir a cierta altura, no se trata del cielo que vemos diariamente, sino de la realidad espiritual en donde se goza eternamente de Dios mismo. La Asunción se concede como una gracia, es cuando alguien es "elevado" 
El 1 de noviembre de 1950, el Papa Pío XII proclamaba solemnemente el dogma de la Asunción de María, con estas palabras: 
"Después de elevar a Dios muchas y reiteradas preces y de invocar la luz del Espíritu de la Verdad, para gloria de Dios omnipotente, que otorgó a la Virgen María su peculiar benevolencia; para honor de su Hijo, Rey inmortal de los siglos y vencedor del pecado y de la muerte; para aumentar la gloria de la misma augusta Madre y para gozo y alegría de toda la Iglesia, con la autoridad de nuestro Señor Jesucristo, de los bienaventurados apóstoles Pedro y Pablo y con la nuestra, pronunciamos, declaramos y definimos ser dogma divinamente revelado que La Inmaculada Madre de Dios y siempre Virgen María, terminado el curso de su vida terrenal, fue asunta en cuerpo y alma a la gloria del cielo".
Cuando se formuló el dogma, estaba la discusión teológica (que aún no ha terminado) sobre si la Virgen había muerto o no. Comúnmente se habla de la "dormición" o del "tránsito" de la Virgen, pues, así como en el canto, hay quien cree que Ella no murió y que sólo se durmió. María fue llenada de dones por Dios ya que fue la Madre de su Hijo: fue inmaculada en su Concepción, su Virginidad no sufrió mancha alguna con la Concepción de Jesús y fue llevada al cielo como una primicia de todos los creyentes. Sin embargo, no hay razones suficientes para afirmar que Dios la privó de la muerte, condición por la cual todos los seres humanos pasaremos, incluyendo a su propio Hijo. Por eso decía que el canto parece reflejar el espíritu de la fiesta. Pío XII en ese sentido sólo afirmó “terminado el curso de su vida terrenal”.
De esta forma, debemos ver en esta Solemnidad la esperanza de todos, que algún día la salvación prometida será alcanzada por nosotros.



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